gelatinas inolvidables abiertas por su filo.
Del frío cielo, sobre vertientes oscuras
de inhóspitos ríos silenciosos,
al despeñarse
pasa el silencio a la velocidad del vértigo,
pasa el vértigo a la velocidad de la quietud,
pasa la quietud... y pasa sola.
Así, la soledad abrasa las pupilas
de los ojos que ciegan las miradas
de las aves,
de los apremios,
de los suspiros
al despeñarse.
3 comentarios:
Joer me he quedado sin habla.
Muy buenos versos, compañero, no conocía tu vena poética. ¡Con razón eres el cartero de Neruda!
Espero seguir leyendo muchos más. Un saludo.
Vaya, vaya, yo tampoco sabía de tus dotes de poeta. Es más, acabo de descubrir que has creado tu propio blog y, además, por casualidad, jeje. ¡Así que mucho ánimo en esta nueva andadura!
No creáis que va ser un blog de poesía -aunque, también-, ni de literatura -que, por supuesto, lo será-. En realidad, no sé lo que va a ser, primero me tengo que enterar de cómo funciona este "cacharro"
Gracias por perder vuestro tiempo conmigo.
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