miércoles, 20 de julio de 2011

No se lo merecen

Salir indemnes como van a salir, no se lo merecen. Con sonrisa farisea y oliendo a sacristía en día de difuntos, se asoman a las ventanas de nuestras televisiones casi todos los días, igual que ese que ha aparecido hoy diciendo "No se lo merecen", gente de pro, tan buena gente que puede decir sin ningún rubor que no guarda rencor a nadie; y para eso subraya su discurso con un "no se lo merecen" que chirría en lo oídos, que personifica el rencor, el anhelo infinito de desear mal no sólo a los enemigos -que ya estaría mal-, sino a los indiferentes y a los tibios -como hacen todos los fascismos-.
Pues deberían saber que se lo merecen: los contrabandistas de trajes, los "meamisas" que siempre andan dispuestos a estirar la mano, los que estafan al pueblo, los que se callan y les arropan porque son como ellos y, sobre todo, los que a pesar de todo tienen la poca vergüenza de seguir votando a semejantes reptiles.

martes, 12 de julio de 2011

¿Y si resucito este blog?

Hace mucho tiempo que no escribo nada con irresponsabilidad, dejándome ir; como quien se mira el corazón y después escupe ¡Y hay tantas cosas que escupir! Uno no puede dejar que se le hielen los sentimientos mientras mentes oscuras y obtusas le arrebatan la palabra, la razón, las ansias de ser libre y respetado.

Hay que mirar el mundo de puntillas. Sobre todo, porque están despreciando nuestra inteligencia, nos están ninguneando. EL mundo se divide en esos que amparados por unas siglas dicen: "los españoles pensamos", o aquellos otros que defienden que lo que el mercado ordena, aunque sea injusto, es razonable y hay que acatarlo.

Por cosas como esas han nacido "los indignados". Pero estos también deben saber que yo estoy indignado con todos los indignados que se defienden cuando les llaman antisistema, o que se apresuran a condenar actos violentos -es verdad que la violencia es siempre condenable- sin apostillar: "pero mi mayor condena va contra la violencia del poder, del sistema, violencia vil que mata de hambre o de enfermedad, que deja a la gente sin techo, sin sustento, sin trabajo y, lo peor de todo, sin dignidad.

Volveré a escribir en este blog. Espero no cansarme de señalar a los mentecatos, a los pusilánimes, a los derecha-izquierda e izquierda-derecha que se afanan en aumentar su poder sin guardar el mínimo rubor. Sé que esos sinvergüenzas no tienen porque ponerse a temblar porque yo diga lo que siento, pero me desahogaré. Y si lo hiciésemos todos tal vez les entrase un poquito de canguelo, podrían morir asfixiados por nuestros vómitos.