
Era difícil ser comunista en los 80. Mucho más tras la caída del muro. La derechona y la socialdemocracia, la nueva aristocracia democrática, les responsabilizaba de los desmanes estalinistas, de las persecuciones y vejaciones que la checa catalana infringió a los tronquistas y a los anarquistas, y, sobre todo, a la población barcelonesa en general.
Yo, que ideológicamente he sido y soy comunista, me asombro de la frescura con la que los cristianos se apartan de la cúpula de su iglesia, se inhiben a la hora de exigir responsabilidades por las atrocidades que su iglesia ha cometido y sigue cometiendo. Siguen creyendo que el mantenimiento de su régimen –la iglesia- es necesario, que es un mal menor porque hay muchos cristianos buenos. Pero esos cristianos buenos continúan pagando impuestos a su iglesia –la prefieren al estado-, acuden a misa y ayudan al mantenimiento de las parroquias, ayudan a que los curas vivan como curas.
Y, efectivamente, a mí me parece injusto. Porque yo no he donado un duro a favor de la URSS, mucho menos para favorecer a Stalín, ni para disculpar a la checa catalana. Al contrario, denuncié esas situaciones. Pero no me libre de la crítica descarnada de la derechona y de los pseudo socialistas, esa nobleza democrática que siempre ha sido tan ecuánime.
Comprended que comience a estar harto. Más que harto. Comprended que comience a culpar a todos los cristianos de las atrocidades de su iglesia, y a no reconocer como hechos de la iglesia los que realizan unos pocos cristianos por medio de una caridad que tampoco acabo de comprender. En la iglesia se vive un sistema feudal, medieval y talibán. Y vosotros, los cristianos, lo defendéis porque no os subleváis contra él; porque lo protegéis, y deseo que sintáis que sois responsables del dolor de mucha gente. Todos los cristianos que no os subleváis, que acudís a la iglesia, que besáis el anillo de vuestros obispos, estáis traicionando a vuestro dios, que nunca predicó la intransigencia ni contra la felicidad ajena.
Podéis seguir como borregos a vuestros pastores, pero no alcanzareis la vida eterna, sólo el reproche de vuestros congéneres.
Por lo demás ¿qué hacemos los apostatas, los ateos, los agnósticos, los políticamente incorrectos guardándoles tanto respeto y comprensión a quienes, hagamos lo que hagamos, nos tienen condenados al infierno?